
Photo by Manny Moreno
Kelly Arévalo
Toronto, Canadá
En estos días que poco a poco vamos regresando a la “normalidad”, se nos presenta una oportunidad muy especial para poder valorar y disfrutar muchas cosas quizás sencillas y no pretenciosas, pero que tienen profundo significado y llenan de alegrías nuestras vidas.
La pandemia que sufrimos nos afectó drásticamente, cambió las formas naturales para comunicarse y mantener las relaciones interpersonales, interrumpió nuestras rutinas y actividades diarias, nos redujo a la mínima expresión nuestro círculo físico-social.
Así sobrevivimos más de un año, aprendiendo los nuevos protocolos para evitar el contagio de COVID-19 y sus nuevas variantes, adaptándonos a navegar en un tiempo lleno de incertidumbres.
Hemos transitado un largo trecho desde marzo de 2020, fecha en que se declaró oficialmente la pandemia, tiempo de luto y temores, sacrificios y soledad, solidaridad y esperanza. El poner nuestra mirada hacia ese inédito tiempo que nos tocó vivir, nos permite ahora comparar y comenzar a ver el futuro con mayor serenidad y confianza.
La ciencia, con la investigación y desarrollo en tiempo récord de las vacunas contra el COVID-19, demostró nuevamente su impacto positivo cuando ésta se pone en función del desarrollo y el bienestar de la humanidad. En Canadá podemos celebrar con mucho orgullo los altos niveles de inmunización ciudadana, todo un esfuerzo sinérgico de muchos sectores de la sociedad que lograron una masiva vacunación y que nos permite ir regresando a la “normalidad”. Sin embargo, no podemos ignorar que millones de personas alrededor del mundo todavía están excluidos de este derecho en salud y siguen sin acceso a las vacunas. Una grave falla ética y una violación a los derechos humanos universales.
En esta complicada realidad que estamos viviendo tenemos que darnos la oportunidad para reflexionar sobre lo que verdaderamente significa “regresar a la normalidad”. La etapa que ahora iniciamos no es cualquier tiempo ni es lineal, es un regalo y un llamado que nos hace la vida para hacer una breve pausa, reflexionar, cargarnos de ánimo y confianza para seguir avanzando.
Las personas reaccionamos de maneras diferentes durante y después de eventos traumáticos. Los niveles de estrés, la pérdida de empleo, la crisis económica, todas las incertidumbres provocadas por la pandemia son sucesos que han dejado profunda huella a nivel individual y colectivo. Hay miles de sobrevivientes del virus, así como miles de familias que llevan el dolor de haber perdido a un ser querido durante esta pandemia, esta es la innegable realidad con la que nuestra sociedad va retornando a la normalidad y a recuperarse.
En la provincia de Ontario cada semana es mayor el número de personas que han completado su doble dosis de vacunación, los índices de contagio están en un mínimo, los reencuentros en familia y entre amistades se recuperan, el inicio de la Fase 3 marca un alto grado de retorno a la normalidad.
Pero ¿Podemos pretender ignorar todo lo sucedido y volver a nuestras rutinas cómo que nada ha pasado? O ¿Debemos retomar las lecciones aprendidas y cultivar esas cosas que realmente dan sentido y plenitud a nuestras vidas?
No se trata de hacer una profunda introspección o cosa por el estilo, es sencillamente retomar aquellas cosas que nos hicieron tanta falta durante los peores días de la pandemia. ¿Te recuerdas cómo extrañamos compartir un agradable momento con la familia o amistades? ¿Estamos dedicando ahora el tiempo necesario, tomando siempre las medidas de protección, para reencontrarnos con nuestros seres queridos?
Las grandes empresas publicitarias, así como los poderosos motores del consumismo y el mercado, saben que la mayoría de las personas deseamos “recuperar tiempo perdido”, y nos bombardean con múltiples estímulos y seductores mensajes digitales para llevarnos hacia sus cadenas de tiendas para “aprovechar” las interminables promociones.
Consumir, comprar, adquirir, no tienen nada de malo, siempre y cuando no tomen prioridad ni de nuestro tiempo libre, ni de nuestros recursos financieros, está comprobado que lo material en la mayoría de los casos produce una felicidad efímera.
Estamos comenzando una nueva etapa en nuestras vidas, quizás sea el inicio de la tan esperada post-pandemia. Todo esto sucede en pleno verano 2021, una estación que también sufre sus propios cambios, con las olas de calor extremas y situaciones ambientales erráticas.
Sabiamente el libro del Eclesiastés nos recuerda que “todo tiene su tiempo”, y este tiempo que vivimos es tiempo de recuperar, sanar, descansar, crear, reconectarse. La vida nos está dando una nueva oportunidad para dedicar nuestro tiempo, energías y recursos en aquellas cosas y acciones que verdaderamente dan sentido y son la razón de ser de nuestro diario caminar.
Tenemos ahora la posibilidad de actuar en aquello que aprendimos a valorar durante la pandemia, sobre todo cuidar la salud, física y emocional, apreciar la naturaleza, salir a caminar al parque, hacer una excursión o tomar una vacación en familia o con amistades, hacer un voluntariado con la comunidad, retomar lo que nos apasiona, ponerle pensamiento y acción al rumbo y metas en nuestras vidas, a dedicarle tiempo de calidad a nuestros seres queridos, practicar agradecer y perdonar, asumir lo impostergable.
*Kelly Arévalo, Abogada en El Salvador, con maestría en Derecho Internacional de Empresas y Máster Ejecutivo en Big Data. Ex Cónsul General de El Salvador en Toronto. Fundadora de http://www.revistasersv.com
Artículo publicado por el periódico El Centro News de Toronto, Canadá. 22 de Julio de 2021.