
Kelly Arévalo
Toronto, Canadá
En la vida, todos tenemos sueños y metas por querer cumplir, mi sueño siempre fue finalizar mis estudios y llegar a ser abogada, era un sueño, porque al igual que para muchos jóvenes en nuestros países, provenientes de familias de escasos recursos, finalizar una carrera universitaria es toda una hazaña y se ha convertido tristemente en un privilegio para pocos, ya que implica pasar por muchas dificultades y sacrificios. Cuando me gradué, me llené de muchas ilusiones, encontré trabajos que siempre me gustaron, pero nada de toda esa satisfacción personal de ser profesional, se compara con la alegría que he tenido de ser mamá.
Todas pasamos por experiencias diferentes cuando optamos por ser madres, desde que sabemos que estamos embarazadas experimentamos un remolino de emociones, muchas alegrías, pero también inseguridades y temores. En mi caso, mi primera experiencia de ser madre fue dolorosa, ya que perdí a mi bebé, sin embargo, desde el momento que supe que estaba embarazada sentí ese amor inexplicable que me acompañó cada momento de mi embarazo. Dos años después volví a quedar embarazada, recuerdo perfectamente ese día trece de febrero cuando recibí la noticia por segunda vez que iba ser mamá, lo recuerdo con mucha emoción como si fuese ayer.
Me convertí en mamá a los 35 años, tuve la dicha de no enfrentar directamente las presiones y “expectativas” que nos imponen a las mujeres las sociedades patriarcales y machistas, y que se amplifican cuando pasamos a ser madres, si somos dedicadas, cuidadosas, cariñosas, fuertes, trabajadoras, profesionales, sacrificadas, la lista es larga, y el escrutinio social puede ser abrumante si uno no asume con firmeza, y toma el control del hecho de ser madre.
Cuando tuve por primera vez en mis brazos, a mi hijo Pablo, el dolor por el proceso de parto se minimizó, cuando vi su carita por primera vez me sentí plena, me sentí madre, sentí una verdadera renovación dentro de mí, lloré de alegría, es difícil explicarlo, pero en ese momento íntimo, madre-hijo, supe que mi vida había cambiado.
Mis primeros meses de maternidad los recuerdo con mucho afecto, a pesar de no dormir bien y del cansancio acumulado, tenía muchas ganas de querer hacer las cosas lo mejor posible, muchas veces me dejé llevar por el instinto de mamá, pero en muchas ocasiones, cuando no sabía que hacer acudía a mi mejor asesora, mi madre. Aunque los tiempos y las formas de cuidados han cambiado, nuestras mamás siempre son las mejores consejeras.
Han transcurrido casi siete años de caminar por la ruta de ser mamá, ha sido un camino de incertidumbres, pero sobre todo de aprendizajes, de muchos momentos de alegría y recuerdos inolvidables, y eso de que no hay un manual para ser mamá es bien cierto.
Una situación que me llama mucho la atención es como en las redes sociales, las mujeres, las madres, nos vemos bombardeadas por todo tipo de mensajes tratando de influir en nuestras decisiones, actitudes o hábitos de consumo. ¿Les ha sucedido a ustedes que conversan con una amiga sobre algún tema en particular, y de repente les empiezan a caer en sus perfiles personales anuncios, sugerencias, contenidos promocionados, sobre el tema que conversaron?
Imágenes editadas, ambientes de vitrina, recetas mágicas que prometen solucionar problemas en cinco pasos sencillos, cada día en redes sociales se distorsiona más la realidad, poniendo énfasis en lo superficial, y pintan la maternidad como algo perfecto, donde las mamás días después de dar a luz están en su peso ideal, siempre bien vestidas, y sin ningún problema, o mostrando una sincronización perfecta entre la vida laboral, social y familiar, ¿Será que existe esa realidad de mamá perfecta?
La maternidad no todo es color de rosa, muchas veces lloramos en silencio, nos preocupa el futuro, tenemos sentimientos encontrados, es toda una vida llena de retos y desafíos. Ser mamá significa esa búsqueda constante por encontrar balance en nuestras vidas, significa superar estereotipos, desigualdades e injusticias de género. Y así entre alegrías y preocupaciones asumimos la enorme responsabilidad de tener a cargo, y ser refugio seguro y lleno de amor para esa personita que viene al mundo y depende cien por ciento de ti, también significa aceptar a esa nueva mujer en la que te conviertes por ser mamá.
En este mes de Mayo, dedicado a las madres, les envío todo mi afecto y aprecio. A las abuelas, las tías, a las mujeres que cuidan con mucho cariño y amor materno a niñas y niños, a todas las madres, felicidades en su día.
Estimadas amigas y amigos lectores, aprovecho esta oportunidad para informarles que compromisos laborales y personales, me han llevado a tomar la difícil decisión de ausentarme por un tiempo de esta columna de opinión. En este espacio he compartido con ustedes durante más de un año reflexiones y vivencias personales, de madre y mujer migrante. También conocimos historias y testimonios inspiradores de personas emprendedoras y luchadoras, consejos, experiencias, y mensajes de fortaleza para avanzar y navegar durante estos tiempos difíciles de pandemia.
Muchas gracias a Susana Donan, y a todo su equipo profesional de El Centro Newspaper de Toronto, por darme esta oportunidad de compartir con la comunidad de Latino Americana-Canadiense. A Oscar Vigil, amigo periodista, por su apoyo y motivación para animarme a escribir, y a ustedes amigos lectores por sus mensajes, y por haberme permitido llegar hasta sus hogares. Los invito a visitar mi sitio web www.revistarsersv en donde podrán encontrar mi nuevo proyecto de dibujos e ilustraciones digitales, así como otros temas de interés para la familia y la comunidad.
*Kelly Arévalo, Abogada en El Salvador, con maestría en Derecho Internacional de Empresas y Máster Ejecutivo en Big Data. Ex Cónsul General de El Salvador en Toronto. Fundadora de www.revistasersv.com
Artículo publicado en el El Centro Newspaper de Toronto, Canadá, 5 de Mayo de 2022.